A simple vista parece una golosina, pero basta con introducirlo en la boca para saber que ese chicle es mucho más que una chuchería. Al masticarlo, un sabor amargo se convierte en la señal de alerta de que las encías no están en buen estado y es necesario acudir al dentista. Es el primer test casero que permite diagnosticar con rapidez gingivitis o enfermedades periimplantarias, es decir, trastornos que surgen alrededor de los implantes dentales, de una forma tan sencilla como mascar chicle.
La idea ha partido de una compañía farmacéutica que ha contactado con la Universidad de Würzburg, en Bavaria (Alemania) para su desarrollo. Sus investigadores acaban de publicar el avance en la revista «Nature Communications». El equipo de Lorenz Meinel ha desarrollado un biosensor que se activa al entrar en contacto con la saliva. Si sabe amargo, el diagnóstico es positivo; si la boca está sana, el sabor del chicle sigue siendo agradable. El biosensor libera la sustancia amarga al entrar en contacto con unas enzimas que sola abundan en la boca cuando existe enfermedad periimplantaria. El diagnóstico llega en cinco minutos.
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